CUANDO HABLÉ CONTIGO

Sacó del mismo bolsillo donde traía la nota, su viejo lapicero de tinta mojada negra y lo enredó entre los dedos de su mano derecha comenzando un juego inquieto. Ese lapicero lo utilizaba siempre, no se porque pero nunca se apartaba de ella, supongo que la maravillosa tinta ya se había extinguido y del pobre aparato solo quedaban las sobras, a no ser que allí se ocultara su talento. Me gusta verla hacer ese movimiento en la hoja que la controla sin darse cuenta, respiro particular de sus dedos y de alguna mentira, como la mala suerte, que a veces la acecha.

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