Rey.


Abuelo,
Nos has durado toda la vida a pesar de tus amenazas “aprendan que no les voy a durar toda la vida....
Ya ves que si te tocó verlo, te tocó vernos, y nosotros a ti, noventa años habitando ese cuerpo inquieto y nosotros apenas unos pocos de esos intentando comprenderte, aunque no exista misterio en ti, aunque seas tan predecible, tan confiable, tan evidente, tan transparente, es más compleja la inquietud de entenderte que simplemente verte y saberte, tal como eres. Nos enseñas para nuestra virtud y pesar, la fuerza incansable del trabajo, la haces tangible cada día, no solo de lunes a viernes, la responsabilidad que traes no tiene tiempo de ponerse en duda, nunca pensaste el deber ser, solo lo hiciste, con esa pulsión interior que te hace llevar las cosas a término, con esa determinación que solo tienen los que conocen “lo correcto”, con esa curiosidad que tiene ingenuidad sí, pero primero, necesidad de conocerlo todo. Los ingenieros desean tu ingenio, los carpinteros tu pulso, los pilotos tu seguridad, cualquiera tu perfección estrictamente cuidadosa. Sin tener propósito de querer cambiar el mundo sino cambiar tu espacio vital, nos has transformado, con tal meticulosidad como transformas la madera, con algo de cincel, que a veces duele, y algo de ese humanismo que no se declara pero que está detrás de una mirada que por ingenua solo puede crear arte. No tenias el fin de reformarnos pero ver tu sabiduría, determinación, fortaleza, fe e imbatible resiliencia, nos restaura todo el tiempo, nos educa, nos mejora, nos descubre paralizados mientras tu, posiblemente ya hiciste algo importante. No planificaste cuando viniste al mundo, tener estas personas aquí sentadas admirándote, no solo por tu inmensa capacidad creativa que puede resolver con facilidad casi cualquier cosa, sino por tu mente que te domina y que solo quiere entender con asombro absoluto, el funcionamiento de las cosas, escatimar cómo está hecho, porque no hay miedo en ti de desarmar y desarmarnos, entrañar y entrañarnos, reconstruir y construirnos, tu huella es tan imborrable como el trabajo que manchó tus manos, míranos abuelo, tenemos tanto de ti, todos somos tu escuela pero seguimos siendo aprendices, porque eres tan grande que nos falta. Siempre nos faltará.
Sólo la abuela que bien sabe cuidarte y consentirte sabe lo que eres en tu totalidad,  Dios  te celebra una vida inigualable, incansable, tus hijos el compromiso con lo que esta bien y tus nietos, te agradecemos, porque todavía existen hombres como tu, que antes de querer que el mundo cambie, decide cambiarlo con sus propias manos.
Abuelo, duranos más, tu sabes como hacerlo.
Te amamos para siempre desde siempre.

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