Lo de los ojos.

Te he visto ser ese tipo de hombre que se hastía y hastía para no asumir. También he visto a veces a un tipo valiente que se descubre haciendo importantes cosas para ser lo admirable que puede ser, dudando entre la masculinidad soldada y la feminidad sensible. Te he visto como el más desconfiable de los desconfiables, sólo porque tus emociones evidentes son repudiadas por tu propia cabeza. Te he visto amar así no quieras verte de esa manera, porque a mi alma tal vez anciana no le mienten esas verdades, a veces tan arrogantes que creen padecer de insensibilidad. Pudiera no haberte observado tanto, pero observarte, con las incoherencias y con las aventuras que traes, se me hace interesante. Y estas ahí leyendo esto si algún día lo comparto, seguramente intentándote convencer que te quiero convencer. Pero no es mi intención. He visto a un hombre de hombres, absoluto, irrefutable, impresionante, ese que se deja llevar por la invitación a una terraza o que emprende un estudio sólo para coincidir más. He visto tu grandeza en tus manos como un proyecto casi propio, como un sueño posible, como si pudiéramos pasarlo de lo grande a lo inmenso, juntos. He dejado de ver al humano que razona con sentido para ver al hombre que huye antes de que lo abandonen. He visto que tus palabras sólo son sanadoras cuando salen por tu boca, y son migrañosas cuando se quedan dentro de ti, porque no resuelven, no toman decisiones, te dejan siendo el mismo que has sido durante años, por pura comodidad, tan fácil de volverte estático e inerte, por miedo a hacerlo con amor como has hecho algunas meditaciones. He visto tu mirada como la de un niño que no quiere decirlo, sabiendo de la complicidad, de la sociedad que se creo depronto y que depronto dejas ir por pereza o falta de control. Quisiera no ver tanto para no tener que pensarte, para no tener que escribir y descubrir lo que se le ocurre a mi alma decirte, como que existe un alguien que cree en la gente todavía y existe otro alguien que por reciclar una idea vieja, decidió que no hay nada en lo que creer. Me he visto ser débil contigo, perder mis batallas, entregar el control, sólo por vivirte hasta que nos dure o verte duplicar tu mejor versión, como si fuera una misión sacarte de lo que piensas que son problemas sin solución. Me he visto sentir como me gusta sentir, escribiendo a solas con un café en la mano, sonriendo mientras recuerdo algún comentario torpe que hicimos o alguna travesura de esos días atrás. Perder el interés  te hace poco interesante así como quererte inyectar perseverancia y aventura me hace ingenua. Pero aún te veo, como si pudiera hacer lo poco que queda, para que no se agote lo que no ha empezado y no se desepcione lo que no se ha ilusionado. Y veo, que ves, que aún hay algo para seguirnos viendo, sin esas cosas que nos ponemos al frente, que no nos dejan ver.

Comentarios

Entradas populares