No es posible traer aquí un nuevo orden, porque con él llega también un nuevo desorden.
Tampoco es posible no traer nada, porqué ya se ha hecho vagamente la promesa.
Más bien hay que poner sin escatimar todo en el rostro para no esconder nada aunque la honestidad fabricada termine escondiéndolo todo.
Puedo no creer en Dios pero lo escribo con mayúscula.
Puedo adorar la libertad abrumadora que me sujeta y luego me contradice.
Tirar hacia adelante sin memoria, como quien por vanguardia ha racionalizado al mundo.
Caer como Lyotard en la tragedia de pensar en una historia sin grandes relatos, grandes causas que en sí mismas son dogmáticas y traicionan la utopía como espíritu.
Vestirse sin pasado es un proyecto inagotable.
La necesidad de nuevos valores, la ruptura con lo establecido, la desconfianza. Ha llegado la modernidad. Desvaneciendo lo sólido en el aire, criticando al presente sin poder proponer nada para que no sea destruido, evidenciando el proyecto de la individualidad como otro gran fracaso.

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