A todos nos llega el momento; que no es la muerte pero se parece, donde claramente se les acaba la vida a algunos  miedos. El autodominio te reta la inercia con la que vienes, te recuerda la biología que nos atraviesa y te devuelve con humildad al animal que dejamos de ser equivocadamente para sentirnos más avanzados. Y entonces, te ves ahí, diciéndote que no vale la pena traer a nadie al mundo, discutiendo largas horas sobre el gran sentido de responsabilidad que es no responsabilizarse de ninguna criatura y argumentando el por que, paulatinamente seremos más visionarios y militantes aquellos que decidimos por bien de todos, que esa célula a la que llamamos familia solo le hace bien al asunto capital. Y entonces te ves ahí, sintiéndote muy héroe porque compraste una filosofía moderna, muy coherente con tu cuerpo porque tampoco está dispuesto a incomodarse, muy valiente porque pudiendo darle vida a alguien te cuidas minuciosamente para que no exista ni siquiera la mínima posibilidad. Y entonces te ves ahí, siendo héroe para ti misma, quedándote sola con todos aquellos que también dibujaron el mismo principio que tú, forzando una familia que no existe con tus amigos, con desconocidos, con cualquiera que también declara que la sangre no es tan importante. Y entonces descubres que tienes razón, que definitivamente no quieres hacerlo, que lo sientes natural en ti, pero que el sistema no te resuelve otra forma de hacer equipos, familias y células, porque todos tenemos codificado ese sistema tradicional que nos hiere tanto, estructural, rígido, poco revolucionario y conservador, y nos cuesta dibujar nuevos hogares, y los que al final decidimos que esa decisión atravesará nuestra vida entendemos que nos quedamos solos, porque otra coartada contra la soledad es traer más gente al mundo y esa coartada sabes que no le funciona a tu alma, entonces descargas toda la responsabilidad familiar y cultural en alguien, en tus amigos o en cualquier hazaña sorprendente, para adherirte a eso con tanta fuerza como si tuvieras la sangre, aprendiendo todo el tiempo que nunca será tu familia real, aprendiendo a tomarlo y a soltarlo deliberadamente, como otra cosa líquida en esta sociedad, donde no hay raíz, no hay futuro y no hay compromiso suficiente. Me siento tan sola hoy. Es solo eso. 

Comentarios

Entradas populares