Las calles, el alcohol, el jazz los domingos y la espeluznante sensación de siempre estar preparada, me enfrentan a las letras. Ahora a una nueva comedia, el fútbol.

Al final, solo busco que el mundo sea mágico, tranquilo y feliz, como suelo parecer. Así deberían ser las mentes genuinas que no se dejan destruir por la locura, que contemplan a veces un blues viejo porque se les viene en gana, que tienen días sin vestuarios, como los sábados  en la tarde, que generan esa respiración sin obstáculos, tranquila. Así como vienen algunos amores  imposibles de repetir, honestos, escandalosos, violentos, naturales y reales. Salvajes y preciosos, como las ciudades.

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