El caos del Chico Rock and Roll


Nos unimos como lo hacen las heridas, obedeciendo la naturaleza, quebrantables al polvo externo, doliendo al fin de cuentas. Nos unimos con desventajas de por medio. Somos libres para Robi, caníbales para cerati, sangre natural para Páez, somos el “believe in” de Poison, la nada de Zoé, las manos limpias de Alanis. Soy la flaca de Calamaro y tu el guerrero de Silvio, canciones que por tiempo y espacio no deben juntarse. Las letras se ocultan detrás de apuntes sin causa. Me rehúso a escribir demasiado, mis palabras son el arma que no se cómo utilizar. Hay una historia de por medio que hace falta embutir en el aparato que recuerda, por oficio. La historia de los besos prohibidos, las culpas sociales, las coincidencias bucales. La historia de los clandestinos, los amantes y los mercenarios. La del lobo y la serpiente, la historia que parece cómic, sin un fin claramente identificado. Fuimos un par de poetas además de todo lo anterior. El poeta finge por naturaleza, hay que cuidarse de él, a veces nombra un sentimiento que no siente o confunde el amor con cualquier cosa. Me cansé de ver cómo conspiraban las formas para no volver a tocar tus labios, el todo se dedicó a separar lo que la naturaleza había juntado sin gracia y esperanza. Separaron nuestros adentros llenos de inseguridades y luego las canciones que fuimos tuvieron que alejarse la una de la otra. Este juego se murió joven. Lo que fuimos ni siquiera alcanzó a mirarse al espejo y a preguntarse quién éramos. No hubo tiempo para repetir algunas cosas, se quedarán únicas entonces. No llegamos ni al hastío, que tristeza. Tristeza porqué es un fin aplaudido por otros con actores que no querían concluir. Nadie podrá obligar a mi cabeza instintiva a olvidar como olvida un marinero. Recuerdo latente su piel, todas sus pieles, instante que la simpatía fingiendo amistad, borrará. Y luego no habrá que fingir nada, porqué existirá eso, y no habrá recuerdos que revuelquen demasiado. Si es de olvido que hablamos sigues siendo una criatura legendaria, en medidas que no involucran piel pero si letras y conversaciones, las mismas medidas que hoy no dudan del guerrero. “Algún día vas a comprender” dijo el mercenario. Escribo porqué comprendo. Seguiré siendo una flaca que se clava algunas palabras por su espalda, tan profundo, pero no duele, no le hace mal. Seguirás intacto del frío mortal de la tierra, de flores de horror en tu cuarto. No tengo armas y no quiero guerras, así me gusten los soldados, las pocas que me quedan las regalo, viendo como las canciones solitarias vuelven a nombrarnos. Y volveré al hogar para poder comer, según Calamaro. Y la palabra cielo se hará en tu boca... y como si ya no estuviera en tu mundo, por tu firmamento pasará una gaviota.

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