Se detuvo para mirar. No tenía más que ridículas esperanzas en sus adentros, le miró los miedos y pensó que eran tantos que por cada uno le salía una peca. Caminó por su oído regalándole silenciosamente secretos que nunca iba a olvidar, le robó un beso y le quiso arrancar los labios para empacarlos en el bolsillo de sus ojos. Se puso su pupila en sus pestañas y miró con el color que ella mira. Le prendió un bombillo en el cielo, le puso luces a la ciudad, la vistió de desnudez, la amarró a sus dedos.

Comentarios

Entradas populares