El peor sitio del mundo

Es viernes. No sé que hora tengo y tiene el día, casi siempre horas distintas, pero debería encontrarme justo ahora en otro lugar, con otras personas y obviamente otro contexto. No lo hago, no se porqué terminé en las escaleras de cualquier bar escuchando la música que uno escucha a solas en la casa, preferiblemente con audífonos y con el miedo de que cualquier persona se entere de que esa es su inclinación musical. Terminé allí fingiendo al principio que no me molestaba Arjona, que algunas canciones románticas salían con la noche y que la lluvia que se derretía por mi mirada sórdida. Me transporté al peor sitio del mundo, me di cuenta que si estaba con las personas que eran, que el contexto no debía modificarse y que quería un litro de helado de macadamia con arequipe. Los clichés de las tristezas.

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